En esta esfera nos adentramos en el trabajo desde la tercera línea del trigrama del I-Ching, el nivel celeste y hacia su reintegración en el Todo. La práctica va a estar una vez más intrincada en los tres niveles TIERRA, NATURALEZA Y CIELO, pero esta vez desde el nivel superior, el Cielo, donde vamos a trabajar y en el que vamos a profundizar. Este nivel abarca muchísimos ámbitos de trabajo y correlaciones como el mundo de las ideas, de los sueños, del espíritu, de la información que acumulamos de nosotros mismos y de lo que nos rodea. Se trata de limpiar el camino de la mente para avanzar cada vez más hacia la liberación de todos los nudos que nos atan a esta “realidad” atascada. Abrir espacio en nuestra capacidad de percibir la vida tal cual es, desde nuestra esencia, desde la naturaleza no intoxicada, desde una visión no contaminada. Permitir que nuestros sentidos se abran mucho más por un terreno inexplorado que ya se vislumbra entre los huecos que van dejando los bloqueos. Paso a paso, sin dejarnos nada por resetear, esa es la forma que nos llevará a generar las condiciones y el potencial con el que tendríamos que haber nacido, la situación idónea que puede mantenernos en conexión con lo infinito, con lo eterno.