Reconexión del espíritu
En toda la existencia de cada ser humano están las incógnitas no respondidas, que todo el mundo se pregunta: ¿Quién soy? ¿Qué hago yo aquí? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Es crucial deshacerse de toda la basura externa amontonada encima de lo único que puede responder a estas incógnitas: tu espíritu.
Esta fase de la práctica se da junto con las demás tras ir descontaminando las esferas de su polución acumulada. El espíritu ha sido desplazado, contaminado, corrompido, anulado, desconectado y denostado en nuestra existencia. Es crucial poder reconectarlo con todas las esferas para poder sentirnos plenos en nuestra vida y canalizar nuestra esencia como seres únicos. Sin la guía de nuestro espíritu estamos perdidos, nos sentimos sin rumbo, sin propósitos, incapaces de soñar o de llevar a cabo nuestro sueños.
Según vamos abriendo hueco entre las esferas, vislumbramos el espacio necesario para que nuestro espíritu se expanda y veamos la grandeza de lo que somos. Es sólo a través de estos ojos como podremos desprendernos de la visión de la calamidad que nos persigue y que no hace honor al verdadero poder que se esconde tras estas cortinas de polvo. Volver a conectar con tu espíritu conlleva, no sólo resetear esta suciedad que lo impide, sino activar aquello que ha estado en letargo durante muchísimo tiempo y que necesita volver a funcionar.
Hemos observado como el sistema esférico nos conecta como una red a todo y a todos. Esta conexión ha sido usada desde siempre para mantenernos atados al sufrimiento, al dolor, la enfermedad y el desatino. Ahora con la estructura limpia disponemos de una potencia y de unas capacidades mucho mayores y sin interferencia. Estas nuevas condiciones nos sirven para usar esta red a nuestro favor y en beneficio de todos a los que nos conectemos y se mantengan conectados honestamente con ellos mismos y la vida. La experiencia de vivir en armonía y conexión con la vida va a transformarse en sensaciones muy claras en nuestro cuerpo y espíritu, algo cada vez más familiar aunque todavía nuevo en nuestra existencia humana. Os invito a observar y vivirlo desde el silencio, sin mente, mushotoku, abiertos e inocentes, como niños ávidos de jugar aprendiendo y aprender jugando.

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